Hoy es un día triste para el fútbol. Una de las mejores personas que forman parte de ese selvático mundo nos ha dejado para reunirse con los suyos allá donde se encuentren. Desde hoy, el mundo del fútbol va a ser menos humano, menos normal. Manolo Preciado no era un entrenador al uso, era persona antes que técnico. Hablaba y vivía como uno más, era como una bocanada de aire fresco dentro de la burbuja de soberbia y prepotencia que reina en nuestro fútbol. Por eso hoy, todos los que amamos este deporte estamos tristes, los que lo conocieron y los que no.
Manolo era ese tipo de persona con el que bastaba hablar cinco minutos para que se te quedara grabado en la memoria para siempre. Un torbellino de energía que supo plantarle cara a la vida en numerosas ocasiones. Seguro que hubo momento “muy jodidos” como él decía pero la sonrisa nunca abandonaba su cara. Quería mucho a Valencia, entrenando al Levante descubrió esta magnífica ciudad de la que decía haberse enamorado.
No era amigo de Manolo, sólo hablé con el un puñado de veces. Recuerdo que en mi tiempo en la radio siempre que había un Valencia-Sporting le entrevistábamos. Nunca decía que no. “Joder como voy a decir que no a una entrevista para Valencia”, decía. Manolo entonces te llamo a las 15.30h, le dije en alguna ocasión. Cabrón me vas a pillar comiendo, venga pero no me tengas mucho rato vale?, me contestaba con ese tono gruñón pero cariñoso con el que hablaba.
A partir de hoy como dije antes, el fútbol será más empresa y menos persona, más dinero y menos deporte. Descanse en paz Manolo Preciado.