Portomarín puede ser el pueblo más bonito en el que hicimos noche durante nuestro Camino de Santiago. Reconstruida pieza por pieza en 1962, su iglesia es sin duda su principal atractivo. En ese año se decidió construir el embalse que ocupa la zona en la que estaba situado el pueblo primitivo. De hecho, cuando baja la marea es posible ver asomar del agua algunos de los edificios del pueblo antiguo que ahora se encuentra sumergido. Portomarín es pequeño pero tiene lo necesario que puede necesitar un peregrino. Supermercado, restaurante, tienda, farmacia y hasta una piscina municipal que, si el tiempo acompaña, puede ser un buen aliado para el caminante. A mediodía comimos en un restaurante de los que está en la plaza, conforme estábamos de cansados tampoco pudimos buscar mucho más, bajo de un porche, muy cerca del albergue público. Hay varios juntos, todos tienen una pinta similar y creo que fue el segundo empezando a contar por el albergue. Comimos empanada y carne, muy buena por cierto. No fue la mejor comida pero estuvo muy correcta.
Portomarín – Palas es la segunda etapa más larga de Nuestro Camino de Santiago, sólo medio kilómetro menos que la etapa reina. Según el lugar que escojas para dormir en Palas harás más o menos kilómetros. En este pueblo hay dos albergues, uno de ellos está a kilómetro y medio antes de llegar. Si duermes en el pueblo tendrás que andar un poco más. Nosotros nos quedamos en el primero. Muy nuevo y de lo mejorcito que nos encontramos durante todo el viaje. El del pueblo es más pequeño y por lo que nos comentaron al día siguiente compañeros que durmieron allí bastante más antiguo.
La etapa es de las menos bonitas del recorrido. Es larga pero no tiene un perfil demasiado complicado. Desde primera hora amenazó lluvia aunque ésta nos respetó hasta llegar a Palas del Rey. En cualquier caso ese ambiente pre lluvioso hizo que la etapa transcurriera sin calor. Salimos, como cuento en el vídeo, un poco antes de las 7 de la mañana. La hora vamos a decir «oficial» para levantarse en los albergues públicos son las 6. Te puedes levantar a la hora que quieras, nunca más tarde de las 8h porque cierran, pero digamos que la mayoría se levanta a esa hora. Un poco más adelante conocimos a un grupo de paisanos que a esa hora ya llevaban casi media etapa andada. Llegamos sobre las 12.30h, vimos que en el primer albergue no había mucha gente esperando y decidimos quedarnos allí.
Como decía antes el perfil de la etapa no es demasiado complicado. Sólo hay dos rampas que se hacen bastante pesadas. La primera nos aborda casi acabando de digerir el desayuno. Se sale de Portomarín bajando por la calle situada justo enfrente de la puerta de la iglesia y una vez abajo se cruza un puente menos traumático para los que padecemos de vértigo que el de entrada. La subida nos la encontramos durante el primer kilómetro. Hay que esperar un rato más para llegar a la segunda que está un poco antes del ecuador de la etapa, saliendo del pueblo de Cozar.
Lo mejor de la etapa, como casi en todas, son los paisajes, aunque en esta no abunden, y sobre todo el pasear por los pueblos en los que observar como es la vida allí. Da la impresión de que, aunque circulen por su pequeña aldea cientos de personas cada día, los lugareños actúan como si nada, pendientes de sus quehaceres diarios, como esta señora a la que encontramos lavando ropa un lavadero mientras su perro espera a que termine.