Los perros también sufren la crisis

Reportajes

Un vecino anónimo dona casi 300.000 euros para ampliar la perrerra de la Mancomunitat de L´Horta Nord ante la falta de iniciativa de la Administración

Dos perros cachorros de labrador

Marta es la cuidadora de la perrera. Todos los días a las nueve de la mañana llega a las instalaciones situadas en el Puig. Lo primero que hace es saludar, a cada uno con su nombre, a todos los canes que pueblan el recinto. Lo segundo es asegurarse de que todo el material y los perros están conforme los dejó el día anterior. Últimamente hay muchos robos. Lo inhóspito del paraje donde se encuentra la perrera propicia el hurto de animales, de pienso y de material. “Nos da mucha rabia porque con los perros robados seguro que no hacen nada bueno, si no vendrían a adoptarlos por la vía legal, no cobramos nada por las adopciones, sólo pedimos que los cuiden mucho”, comenta Marta.

Hoy no han dejado ningún perro abandonado en la puerta. Esto en esta época del año es una excepción. Marta nos enseña tres cachorros de labrador que aparecieron el día anterior. Con ellos el número de ejemplares ha subido a 60. Dato que contrasta con la capacidad de la perrera que es de sólo 25 plazas.

A esta situación se ha llegado debido a que los abandonos han superado con creces a las adopciones. “La crisis ha hecho que muchos perros sean abandonados por no poder mantenerlos y que las adopciones hayan descendido por los problemas económicos que tienen muchas familias”, explica José Rafael Tamarit, presidente de la Mancomunitat de L´Horta Nord. La solución a este problema está siendo la adopción internacional. “Estamos buscando personas en otros países como Italia, Alemania, Francia o Suiza que quieran adoptar perros porque aquí es muy difícil”, reconoce Daniela, voluntaria y encargada de las salidas de perros al extranjero.

Otro de los motivos por los que el número de animales ha ido creciendo con el paso de los años es, además de la crisis, la negativa de la Mancomunitat a sacrificar a los perros, como permite la ley, una vez hayan pasado 15 días desde la llegada a sus instalaciones. Los meses anteriores al verano y los posteriores a las navidades son en los que más abandonos de mascotas se producen. El no saber qué hacer con el perro antes de salir de viaje de verano o el aburrimiento de los niños que han recibido uno como regalo de navidad son las causas de este aumento.

Con esta situación, y ante la pasividad de las administraciones que ven inviable en estos momentos el acometer el gasto de ampliación de la perrera, un ciudadano anónimo es el que va a sufragar los cerca de 300.000 euros que costarán las obras de renovación que se encuentran ya en marcha. El recinto pasará a tener más del doble de extensión aunque la idea no es acoger a más perros sino que los que ya están puedan disfrutar de una vida mejor. Algunos de ellos llevan casi dos años esperando dueño.

Dicen los que los que trabajan con ellos que al haber sufrido alguna situación traumática antes de quedarse desamparados son más agradecidos de lo normal. Muchos son perros de caza que durante los meses de apertura de la veda son utilizados para la práctica de este deporte para posteriormente ser abandonados por sus irresponsables dueños. La perrera está abierta al público los miércoles y los sábados de 9h a 12h aunque se puede visitar sus instalaciones cualquier otro día por la mañana.

La ley del ‘chip’ identificativo no se cumple

Desde 1994, la Comunidad Valenciana dispone de una ley de protección de los animales de compañía. En ella, se obliga a la persona que posea un perro a identificarlo a través de “un sistema de identificación electrónico mediante un código identificador”. Se establece también que la técnica utilizada para la identificación “deber á ser inocua par a el animal y no comprometer su bienestar, por lo que su aplicación deber á ser realizada bajo la supervisión de un facultativo veterinario”. El incumplimiento de la obligación de identificar a los animales está calificado como una infracción grave y penalizada con sanciones que van desde los 600 a los 6.000 euros.

Sin embargo, esta ley no se cumple. La mayoría de los perros abandonados no van provistos de identificación y los pocos que la llevan tienen los datos desactualizados. “El 80% de los animales que recogemos están indocumentados y los que si llevan chip los datos o no corresponden al propietario o es imposible localizarlo porque ha cambiado de domicilio”, explica José Rafael Tamarit.

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